Por Sergio Ruiz
La noche del 15 de diciembre de 2024 será recordada por la afición de Rayados como una de emociones encontradas. El Estadio BBVA fue el escenario donde Monterrey empató 1-1 contra el América en el partido de vuelta de la final del Apertura 2024, resultado que, sumado al marcador global de 3-2, otorgó el tricampeonato a las Águilas.
Entre los jugadores que más sintieron el golpe de esta derrota se encuentra Johan Rojas, el delantero ecuatoriano que llegó al club en junio de 2024 con la esperanza de aportar su talento y energía al ataque regiomontano. Rojas, de 21 años, había mostrado destellos de su calidad a lo largo del torneo, pero la final representaba una oportunidad única para consolidarse ante la exigente afición albiazul.
Durante el partido, Rojas fue protagonista al anotar el gol del empate al minuto 85, un derechazo que encendió la esperanza en las gradas y en el equipo. Sin embargo, el tiempo no fue suficiente para lograr la remontada. Al finalizar el encuentro, las cámaras captaron a Rojas visiblemente afectado, con lágrimas en los ojos, reflejando el dolor de no haber alcanzado el objetivo colectivo.
Esta no es la primera vez que Rojas muestra su lado más humano y comprometido. Meses atrás, tras un empate ante Tijuana, el ecuatoriano confesó haber salido del estadio entre lágrimas, consciente de que sus fallas pudieron cambiar el rumbo del juego. Esa autocrítica y deseo de superación resonaron positivamente entre la afición, que valora la entrega y pasión de sus jugadores.
La llegada de Rojas a Monterrey estuvo influenciada por compatriotas que dejaron huella en el club, como Dorlan Pabón y Edwin Cardona. En entrevistas, Johan ha expresado su admiración por ellos y su deseo de seguir sus pasos, consolidándose como una pieza clave en el esquema de Rayados. Su juventud y talento lo perfilan como una promesa, pero también enfrenta el desafío de adaptarse rápidamente a las exigencias del fútbol mexicano y a las expectativas de una afición que anhela títulos.
La derrota ante América es un golpe duro para todo el plantel y la afición. Sin embargo, en las palabras de Rojas y en su evidente compromiso, se vislumbra una luz de esperanza. El delantero ha manifestado su determinación de aprender de esta experiencia y regresar más fuerte, con el objetivo de llevar a Rayados a lo más alto. La resiliencia mostrada por Rojas es un reflejo del espíritu que necesita el equipo para sobreponerse a las adversidades y seguir luchando por los objetivos trazados.
Para la afición de Rayados, es fundamental reconocer el esfuerzo y la pasión de jugadores como Johan Rojas. Si bien el resultado no fue el esperado, la entrega en el campo y la conexión emocional con el equipo son aspectos que fortalecen la identidad del club. El camino hacia el éxito está lleno de desafíos, y es en estos momentos donde la unión entre jugadores, cuerpo técnico y seguidores se vuelve esencial.
Mirando hacia el futuro, Rojas y sus compañeros deberán analizar los errores, potenciar sus virtudes y trabajar con mayor intensidad para afrontar los próximos torneos. La experiencia adquirida en esta final, aunque dolorosa, será invaluable para el crecimiento individual y colectivo. La afición, por su parte, continuará brindando su apoyo incondicional, confiando en que días de gloria están por venir.
En conclusión, Johan Rojas personifica la mezcla de dolor y esperanza que embarga a Rayados tras la final del Apertura 2024. Su compromiso y deseo de superación son señales alentadoras para un equipo que busca redimirse y alcanzar los éxitos que su historia y su afición merecen. La resiliencia mostrada por Rojas es un recordatorio de que, aunque las derrotas son parte del deporte, la verdadera fortaleza radica en la capacidad de levantarse y seguir luchando.
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